"Cuando estás deprimido y has perdido la fe en todo lo que supuestamente vale la pena, sólo te queda rodearte de todo lo que repudias y preguntarte si siempre es posible portarse peor. Al final todos somos horribles por dentro"
A los dieciséis años Barbie ha perdido la esperanza en un mundo plagado de las expectativas que todos esperan ansiosos que cumpla. Convencida de que crecer es convertirse inevitablemente en aquello que más odia, decide cerrarle las puertas a todo y refugiarse en una ciudad hecha de tinta, despertar sexual y oscuras letras de canciones tristes. Allí el único futuro posible es el caos, los adultos son enemigos en enemigo, hay supermodelos que pueden enamorarse de ti, los chicos son todopoderosos y hasta los libros pueden quitarse la vida seguros de que siempre es posible portarse peor.
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Declararé que la historia me deprimió un poco, por ello la dejé un tiempo, para retomarla con más calma. Hay sucesos increíbles que no crees que estén pasando y te dejan pensando si los adolescentes de ahora (y tal vez desde siempre) llegan a hacer tales cosas con el único propósito de sentirse parte de algo, de no estar solos. Me recordó a mi propia adolescencia, llena de locuras y tonterías que ahora hacen palmearme la frente avergonzada, todo ese frenesí de sentimientos y sensaciones nuevas, de esa rebeldía que surge de repente y que mal empleamos por nuestra falta de experiencia.
Pareciera una novela de una adolescente deprimida, pero es más que eso, mucho más. Literariamente me llamó mucho la atención como esta conformada la historia, como nos vuelve parte de ella y a su vez nos hace responsables de lo que le pase a los personajes. El lector se vuelve personaje de la novela. Además está ese narrador que todo el tiempo estás preguntándote: ¿quién es? Y cuando lo descubres cambia todo; incluso por consejo del autor hay que releer desde el principio, lo que crea una nueva experiencia de lectura.
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